El precio de tu silencio
y la aureola de las losas
el día reducido a tu mano
la mano reducida a su invierno apremiante
la salida deja que mueran sus mirlos
soltando una carne azulada
como los ojos que siguen lentamente
fuera del dominio del oro tus piernas irradiantes
todo lo imprevisto en el relámpago de un cuchillo
todo el horizonte en la espera de un sobresalto
todos los secretos todos los pesares en una estrella