No busques atrás de mis hombros,
no hay nada, sólo yo,
el que te habla.
No busques,
soy el mismo que siempre ha sido,
el que soy.
El que te mira a los ojos es el verdadero yo.
No busques,
aquí estoy.
No hay navajas escondidas en mis dedos,
no hay veneno en mi voz.
Confía,
no hay sombras detrás de mi;
mírame a los ojos,
soy yo,
el de siempre, el mismo,
el que te mira a los ojos,
mintiéndote.