No elegí la colmena de Ángeles Mastretta

No elegí la colmena.
Abrí la puerta.

Entré.
Felicidades, ha ganado el premio:
libar en cada flor para que crezcan
sus dúctiles reservas
cortar la caña furtivamente
sangrar contra los cactus.
(aprenda a contener las hemorragias.)
Mi padre, mis abuelos
mi hermano peregrino.
Nadie faltaba ahí.
Y puse polvo de oro en mis pestañas
Y me puse a morir con la honradez
de cualquier varón en mi familia:
alcoholismo
diabetes.
Y allí sigue
mi paciencia de araña y de mujer.