HORIZONTE cuadrado para el signo
que, sin quebrar la transparencia,
escribe el nombre de la noche.
Lo incapaz de ser canto
allí se vara, signo muerto. El dedo
señala a oscuras la misión precisa
del ser que somos y de la hora que es.
Nunca el cristal, sabiéndose frontera,
sufrió tan gran dolor de ser cristal.
¿A qué parte lo externo? Llanto abstracto,
testamento sin muerto ni herederos.
El dedo aquí señala paraíso:
Lo que no es noche, y sin eternidades,
ve lo eterno nocturno y lo señala.
Como un doctrino, el corazón despierto
lee lo escrito y piensa que la noche
toda es consciente de su sueño;
que las estrellas son, también, cristales.