NOMBRO ESTE MUNDO a ciegas, a rápidos aullidos, me erosiono. Faltan letras de molde para inventar el hambre, la espesura de saberse fragmentario. ¿Quién me escinde? ¿Qué inédita negrura se esconde tras mi sombra? ¿Es que todos los círculos se han vuelto espirales? Hurgo en el delirio la rosa transparente, la percudida faz del vellocino. Dense prisa, por favor, que ya es hora. Buenas noches, Lejana, buenas noches. Arborece en tus labios el hastío: lo irreparable dice Rojas franqueando los ochenta. Cielo oscuro, faroles, parpadeas. Se entreteje el ocaso a las pupilas, la brisa a un eucalipto senil como el verano. No sirve arrepentirse, desdeñar esta línea, aquella imagen. Si la epidermis fuera hábitat del moho; si al menos te incendiaras por tu nombre. El flujo es la desgracia.