Algo como un rumor que se despide
tiembla sobre el jardín, lleva las hojas
por la sombra del valle, nubes rojas
y pájaros arriba. Nada impide
su vuelo hacia el crepúsculo. Y el viento
trae junto a las súbitas estrellas
un polen de bondad, desiertas huellas
del mar en rotación, el crecimiento
de la tarde. Anochece. Parte el día
sin dolor aparente ni alegría.
Cuántas veces he oído este paisaje
mudar a voluntad frente al oleaje
del alba o del ocaso. Ya está oscuro
el mundo. Están la noche y el futuro.