Le mendiant s′assied sur le bord du chemin.
Lamartine
Ahora que vuelve a ser la tarde
de plata y gris, ahora que tengo
ante mis ojos, en mi lengua,
el color, el sabor del tiempo,
ahora, por fin, ¡qué dolorosa-
mente, qué claro y fiel lo veo!
Parece que ando por la tierra
asistiendo a mi propio entierro,
que estoy colgado en el presente
igual que un ojo gigantesco,
contemplando toda mi vida,
que hace el nido en mi propio cuerpo.
Yo, desde fuera de la carne,
impasiblemente lo veo.
Marcha mi cuerpo por la orilla.
Se detiene (no: me detengo).
Juega o se tiende entre unas rocas
y se duerme, mientras lo velo,
sin que yo pueda despertarlo
de sus mentiras y su sueño.