Ignorante eres al decir que mi pluma,
si se yergue no es más que un filazo
el que da y luego se agazapa; ella es una
que a las dádivas huye y también al abrazo.
No es que no sepa donde cae el estocazo,
ni la cizaña que todo lo destruye;
sucede que mejor se resguarda y huye
del que finge amistad y pronto da el zarpazo;
del que agita sus alas y te extiende una mano
pero con la otra, como ya lo hizo Judas,
hace señas para delatar al hermano.
Por eso, acostumbrado estoy a sus deslices
y a las prebendas les huyo; sí, es muda
mi pluma, pero no achato mis narices.
Luis Antonio Chávez
Diciembre 8 de 2006
(8:40 a.m.)