Panamá defendida (V) de José Franco

V

Patria mía,
cuántas veces
tus horas
son horribles cloacas,
oscuros pozos
de miedo estremecido.
¡Cementerios de tristes excrementos!
Te miro a veces, Patria,
como un túnel
de cruces y burdeles,
como un golpeado muro de cantina.
Espectros insaciables
cual brujas mitológicas,
chupan tu sangre pura,
cortan tu sangre humilde,
tus manos temblorosas como pétalos.

Lucho y tomo mi ruta,
la señal venidera…
sereno estoy, de frente
ante un desfile
omnímodo de lanzas,
ante las longitudes luminosas
del trino, y los aullidos
undívagos del lobo
nocturnal del destierro.
Porque en los villorrios
como en las ciudades
de esta Patria aturdida,
muerden los canes de la angustia,
mugen los toros de la tisis,
braman los trapiches
del hambre en las
huesudas manos frías
del mendigo cubierto de cenizas…

También ‘The Canal Zone’
es una brasa ardiendo,
Patria mía.

Si fuera el canal
un sitio dulce,
si fuera un
sendero de alborozo,
si abriera sus compuertas
a la dicha
del hombre sin remilgos;
si la bandera nuestra
tremolara en sus aguas.
Si no decapitaran
la alegría…
iríamos contigo,
saludando,
haciendo un mundo bueno.
Sería el canal un sitio puro,
un eterno vehículo de amor.

Pero la gruta rubia del gold roll
ha sido un cráter sucio
de esputo y pus, de huesos
y carne devorada.
Porque mientras exista un silver roll
de negros y un gold roll de blancos,
y haya un prostíbulo
por cada dólar
que penetre en nuestra tierra,
y los indios se pudran
como tallos
junto a las plantaciones
de banano,
no habrá paz.
Ni habrá fundamentales
regocijos,
ni habrá un mantel de amor
para el dolor antiguo de la patria.

Cuando termine la tristeza, cuando
no haya mendigos y haya frutos, cuando
sean las horas joyeles de alegría
y la leche no falte en los manteles,
cuando no se lastime la ternura
de las recién paridas madres jóvenes,
y los ríos extraños busquen sitios
a sus banderas de aguas amorosas,
cuando los barcos -islas errabundas del
pueblo universal lleven la paz;
seguiremos creyendo en tu memoria.

La Patria nunca muere.
Vive como una daga,
como un rastrillo joven.
La Escuela
y los dulcísimos claveles
de los textos;
los oficios heráldicos
del fruto colectivo,
los goznes
de los céspedes del cosmos;
los leales territorios;
óbrenle el corazón
como una rosa.

Cantemos por su nombre.
Amemos su estructura
en los colegios,
un pensamiento suyo
en cada tarde.
Que vuelva la República
a su justo
litoral de alegrías.
Que vuelva la República
a su austero
ramaje de esperanzas.
Iluminen la Patria
los auténticos,
los tributarios guías
del pueblo laborioso.
Que la Patria es el istmo,
América y el Mundo.

EPILOGO

Oh, mi país amado,
Panamá.
Lirio continental,
sutil aroma ungida
al pórtico de América.
Te han golpeado
hasta en tus oquedades,
Patria mía.
Antaño fusilaron
tus indios,
los solemnes atabales,
los tambores
del adiós sin retorno.
Más tarde
fue molienda tu cintura,
jazmín heroico
tu ombligo asesinado.
Aún te siguen golpeando,
Patria mía.
Sin embargo,
mañana serás júbilo,
podré mirarte alegre,
oler tu casa limpia,
sentir la aurora libre
sobre tu patrimonio.

Junto a tu corazón,
mañana, te lo juro,
cantaremos un himno
por la vida.