Flores hermanas, como yo despiertas
en tranquila alborada
de existencia feliz: niñas que inciertas
avanzando con planta inmaculada
del templo del saber tocáis las puertas;
yo con vosotras, por ventura unida,
bendiciendo mi aurora,
feliz piso el umbral de ignota vida,
porque aquí nuestra ilustre directora,
es mi estrella polar, mi noble egida.
Yo, cual vosotras, pago su desvelo
y sus consejos sabios
con ternura filial, que sólo anhelo
oír brotar de sus amantes labios
palabras de virtud, hijas del cielo.
En vosotras también, hermanas, miro
un dechado precioso
que siempre dócil a imitar aspiro;
por eso, niñas, con sincero gozo
vuestra virtud y aplicación admiro.
La virtud y el saber sean vuestro anhelo,
y sin penas odiosas
pasará vuestra vida en este suelo,
como pasa la brisa entre las rosas
para elevarse hasta el tendal del cielo.