La mano escribe para no morir.
O cuenta el mundo en sílabas contadas
para decir: aquí termina el mundo,
fuera impera la noche
y el frío de la noche,
el lento gotear de las estrellas
y su terco silencio impenetrable.
La mano escribe para no morir.
Semeja su hermana, la lengua,
envuelta en un temblor que no comprende,
ajena a la raíz que la redime.
La mano escribe para no morir.
O dice el mundo en sílabas contadas
para decir: aquí termina el mundo,
fuera impera la noche
y el frío de la noche,
quietud de lo que nunca vive o muere
pues nunca tuvo nombre.