Poema 1 (Sabían los cerezos el secreto de sus oídos) de Álvaro Cunqueiro

Sabían los cerezos el secreto de sus oídos
llenos del verde puro de la acústica de las ventanas
y los jardines se llamaban por el nombre de las palomas que
bebían agua en sus surtidores.

Ella comenzaba a andar.

En cada ojo le había nacido una trasmigración de palomillas,
y al marcharse dejaba vocales fuertes en su sitio.

Ella tenía nombre de pastor.