Al Otro Lado

Al otro lado me dijeron
los viejos se van convirtiendo en árboles
viejos también sin hojas en el lado del sol
aguardando sin saber qué, mudos.

Pero súbitamente un árbol cualquiera
siente subir dentro de él la savia de un sueño
al borde de la muerte ya, pero todavía
tibio como la leche de la madre.

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Al Otro Lado De Las Montañas

Alguien dijo que había ciudades para soñar
al otro lado de las montañas.
No dijo si estaban suspendidas en el aire,
sumergidas en las lagunas,
o perdidas en el corazón del bosque.
Los que allá fueron nada encontraron,
ni altas torres ni jardines
ni mujeres hilando en el atrio,
ni un muchacho aprendiendo a tocar la gaita.

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Elegía

Yo temía por su sonrisa.
Ella era aquella profundamente meditativa
a la que todo le nacía de los ojos
a la que nada le nacía de los ojos.

Sabía su sino por experiencia
y esto le había dado una melancolía graciosa de
ángel herido.

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Noviazgo 1 (Ella Y Él)

Cigüeñas geográficas en mi noviazgo novio.
Un tiempo claro como un ojo de rueda de vidrio.
Yo en el medio de litorales y aviones platino
ciudadano de corrientes submarinas color tibio.
Mi claraboya en brújula silvestre:
un árbol por el Norte, Oriente hecho
de moluscos, Sur de riberas liquidas.

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Final

Era era.

Sus manos nacían al lado de cada cosa
y de cada flor.

Temíase siempre su rotura
y a ella parecían converger los números y las estrellas.

El amanecer encontraba sus cabellos perdidos
y sus ojos depositados en sus propias orillas.

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Le Dije A La Tórtola

Le dije a la tórtola: ¡Pase mi señora!
Y se fue por el medio y medio del otoño
por entre los abedules, sobre el río.
Mi ángel de la guardia, con las alas bajo el brazo derecho,
en la mano izquierda la calabaza de agua,
mirando a la tórtola irse, comentó:
-Cualquier día sin darte cuenta de lo que haces
dices: ¡Pase mi señora!

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Noviazgo 2

Los fragmentos de espejos amaban ríos.
Amistades con la sal. Con las cosas más antiguas.
Una novia de las fuentes y de los pájaros novios.
Los cabellos despiertos. La sal imagen mansa,
central de noches vivas. La luna cosa antigua.
Una piedra hierve su talle.

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Noviazgo 3

Mirad los árboles cómo sueñan las hojas florecidas.
¡Yo tengo un árbol! ¡Mirad la novia novia!
Cada sueño deposita grietas en las manos.
Mirad como se fueron haciendo los dedos.
Todo anda revuelto con mi sangre reciente.
La luna tiene un hombro.

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Noviazgo 4

Noche azul de silencio
esquina de sí misma
oída por las amables
galerías de la luna.

Nadie piensa la lejana
melancolía tibia
de los espejos de luto
de tus ojos primeros.

Creciste como mansa
angustia de vidriados
alambre sin respuesta
de tu sexo solícito.

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Parque

Siegas llamadas por tributo: rosas
Flor trigal espacio travesía.
Como nudos cortados: Ala infancias.
De claro nombre en risas reflejadas.
Nueva estampa pastora en niño lloro
Igual vidrio agobiado en luz fundida.
Pastora:
Sí pastora: íntima rueda
Qué corazón de calle -¡ay!

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Poema 5 (En medio de su pecho)

En medio de su pecho los veleros habían armado una red tímida
que tenía una voz llena de lámparas y eclipses
y un párpado tejido por los vientos.

Ella seguía siendo universal y nítida.

Una garganta llena de distancias
era la flauta que encantaba los ecos olvidados en el fondo de las
corrientes marinas,
penetradas de cauces desde las islas negras de sus ojos.

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Retorno De Ulises

Pendiente y pensativa Penélope
pierdo ovillo nueve nuevamente canto.

Ese rostro que a las aguas envidiando
cómo sonríe tejiendo cuando el viento:
a las aguas cómo sonríe envidia que tejiendo
ese rostro en que pende que amanezca.
Cuando el viento el ovillo ovilloviento lleva,
-los largos dedos que nacieron flautas
en la boca de Ulises, cuando estaba enamorado.

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Yo Soy Danae

Yo soy Dánae. Desnuda caía en el lecho come
bianca neve scende senza vento.
Y llegó secreto con el fulgor
convertido en monedas de oro que cayeron
sobre mí, alrededor, en el suelo
Díjose a sí mismo una voz y aquel oro de ceca
se arremolinó en un amén y se hizo el varón.

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Yo no la vi nacer

Yo no la vi nacer. Me la dieron
porque yo ya lo sabía: ¡qué blanca! ¡qué bien!
¡qué niña más bien plantada!
De surtidores de luz
la compraban vientos claros.
Me la dieron porque yo ya lo sabía:
Si era lado del mar
seco de serenidades,
azul,
rosa,
lirio,
¡columpio de piedra dura!

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También el mar, hoy

También el mar, hoy,
tiene el alma llena de madurez.
-Se le oye la adolescencia
en el vidrio del aire
llena de fragmentos de vísperas
y de intactas navegaciones oscuras.-
Así. Más allá. Ahora de la sombra:
¿No te duele el canto,
-redondez tibia de beso preciso-
del sol en la sombra?

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Puerto

Sol:
Cinco ventanas colgadas
de la misma alba rosa:
vivas,
intactas,
desnudas,
con anhelos de manos,
como espejos de mástiles.

Sombra:
Cinco ventanas colgadas
de la misma alba turbia:
calladas,
llanas,
duras,
sin afanes de presencia,
sin afanes de huida.

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Le verse

Acaricio tu frente y la lozana almohada de tus cabellos,
y las puntas de mis dedos posándose en tus ojos
reconocen en la piedra un celeste azul antiguo y amoroso.
¿Quién amores há,
cómo dormirá?

¡Si pudiera apartar de tu pecho las finas manos!

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L’envoi

Las letras de tu nombre ya no se pueden leer,
y pues no te puedo llamar aunque quisiese,
déjame en tus labios tus soñares saber.

Quizás soñáis, amor, con el blanco avellano
o con el ciervo que baja a beber a la ribera
o con el mirlo que canta su ocio en el rosal.

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