Te devuelvo tus manos, tus muslos, tu silencio,
todo lo que fue bello entre los dos
y, como tal,
quedará para siempre en la fotografía.
Me quedo con once calcetines por casar, sin refrigerador
ni junta pra la olla de presión, sin el reloj;
y el canje de los libros, pendiente;
y mis dudas sobre el radio.
Y los libros que se perdieron.
Me quedo sin platos ni tazas ni shorts ni colador.
Con cuatro sábanas solamente me quedo
de todo lo que en septiembre aquí encontraste,
y un vale perdido de calzoncillos en el tren.
Tuve la posteridad cuando te desnudabas
y lo lamento. Te pedí por favor que no me ayudaras.
Devuélveme la llave.