Llega hasta ti en su cálido brasero,
radiante en medio de la oscuridad.
Cuando su frente brilla en la negrura,
las tinieblas se visten
del delicado velo de la luz.
¡Oh qué hermosura! Sus costados lanzan
chispas como confeti de oro,
y son las brasas, en la túnica de la ceniza,
rosas cubiertas de alcanfor desmenuzado
en una noche que creeríamos
que tiene de antimonio las tinieblas
y que son sus estrellas
los ojos lánguidos de las huríes.