Qué triste es el sonido
que busca las manos
sin devolver ecos.
Qué poco basta
para entregar un labio
al esquema de un beso.
Y en fin qué solos quedamos
cuando un llanto nos sobra
y es inútil toda huída.
Qué triste es el sonido
que busca las manos
sin devolver ecos.
Qué poco basta
para entregar un labio
al esquema de un beso.
Y en fin qué solos quedamos
cuando un llanto nos sobra
y es inútil toda huída.