Los muertos regresan
de vacaciones
desparramando su alma
en un florero.
En esas aguas
vírgenes de odio
escurren el hastío.
Los muertos regresan
del exilio
a reclamar por exiguas
pertenencias adquiridas
a dialogar con la piel
dolida por su ausencia
germen hacedor del olvido.
Acaso ignoren
que el dolor
lleva un disfraz
de fiesta en las mejillas.