«El zorro rojo se inclina hacia mí. Por qué quiere Vd. ir a Rusia?
porque no he estado nunca allí.
(Se desconcierta. Recupérase.)
¿Le interesan los problemas económicos y sociales?
no.
¿Sabe que recientemente ha habido un cambio de gobierno?
sí (dije sin poder refrenar la sonrisa).
¿Tiene Vd. simpatía por el socialismo?
¿puedo permitirme una absoluta franqueza?
¡Se lo ruego!
no sé casi nada acerca de esas cuestiones importantes y estoy aún menos interesado por ellas.
(Sus ojos ponderan mi respuesta.) ¿Qué le interesa a Vd?
mi trabajo.
O sea, ¿escribir?
y pintar.
¿Qué es lo que Vd. escribe?
versos, sobre todo; algo de prosa.
Entonces quiere Vd. ir a Rusia como escritor y pintor, ¿no es eso?
no; quiero ir como yo mismo.»
Nota del traductor: No es difícil imaginar la irritación del funcionario. Tampoco es difícil imaginar el disfrute
de Cummnigs, alcanzado mediante un diálogo en el que ambas partes hablaban desde tesituras radicalmente distintas.
A través de este coloquio llegamos a calar en lo que siempre fue el ánimo de Cummings: la no aceptación de posturas
prefabricadas. Cummings es, sobre todo, el poeta que rechaza la imposición de toda ley procesal. Por tal razón, quizás,
Cummings seguirá siendo siempre un escritor juvenil.