Ni la quemadura de la llama
aplaca mi sed.
Ni la quemadura del sol.
¡Jugar con fuego! Mi corazón
es un galpón de gasolina
un polvorín de fuegos artificiales.
La llama es mi director
de orquesta.
El relámpago me persigue
a campo traviesa.
Zarza ardiente es todo
cuanto amo,
carbones encendidos,
camino sobre brasas,
baile en la fumarola
de un volcán en erupción.
Ay, mi pensamiento se consume
en la hoguera de la hermosura
del mundo.