No hay tiempo en el instante del asombro,
sino el cruce tal vez de muchos tiempos,
baraja ensimismada en un abismo
con fondo en el imán de lo indecible.
Hacia esa lumbre miran tus palabras.
Hacia esa tea que sostiene, alerta,
el ávido crupier de los sentidos.
Desenreda sus hilos el instante:
la ingrávida sorpresa, el resplandor,
la feliz aprensión con que una puerta
invita a completar nuestra existencia
Ignoras que esa luz no te consiente.
Tiempo palpable en el umbral incierto,
tu afán es un enjambre de palabras
que esculpen en el aire su derrota.