Bebiera un día
la estrella de mi sueño
el que seguía
Bebiera un día
el venado del agua
voz herida
Bebiera un día
el tiempo de lo eterno
que ya perdía
Bebiera un día
las palabras del agua
a mediodía
Poemas de Ricardo Yáñez
Como el granado
con sus granadas
tú contigo
platicando
(Del libro de reciente aparición Estrella oída,
coeditado por El Aduanero y la UAM Azcapotzalco.)
Como en sordina
suena el ruido del mar
en la neblina.
(Del libro de reciente aparición Estrella oída,
coeditado por El Aduanero y la UAM Azcapotzalco.)
Deshojamiento el aire respirado
lengua dolida luz el pensamiento
y llave de ceniza el pedimento
de que el fuego nos diga iluminado
Rebalse de luciérnagas el vado
vaharadas de ámbar y el aliento
arborescencias habla soy y siento
en murmurio aquel tiemblo abandonado
Coruscación y asombro de la brisa
que cuatrocientas voces cristaliza
pajarillo sajado del instante
noventa y nueve veces el diamante
se dice sin decirse en claridades
soplo de oro por vientos de verdades
(Del libro Si la llama, por aparecer en coedición
de Trilce y el Instituto Politécnico Nacional)
El aleteo
de la flor del cardo
entre espinas
de viento
(Del libro de reciente aparición Estrella oída,
coeditado por El Aduanero y la UAM Azcapotzalco.)
La belleza caída de las hojas comidas de gusanos.
(Del libro de reciente aparición Estrella oída,
coeditado por El Aduanero y la UAM Azcapotzalco.)
Los hombres azules
en el agua brillante
los hombres negros
en el agua
y los peces saltando
en el aire
por sus cabezas
los peces de mercurio y plata
(Del libro de reciente aparición Estrella oída,
coeditado por El Aduanero y la UAM Azcapotzalco.)
El amor es esa estrella filosa
y el desamor quién sabe qué carajos
pero yo no soy yo
ni este aire mi aire
Es un tambor el miedo
y la paz un tejido frecuentado
pero en mi corazón hay un cangrejo
y alguien está torciendo mi pescuezo
¿Qué es el atole blanco?
No dejes, pero no impidas, que se vaya el colibrí.
(Del libro de reciente aparición Estrella oída,
coeditado por El Aduanero y la UAM Azcapotzalco.)
No me detengas, Amor, la mano
cuando a la espina de tu rosa acerca
su torpeza impoluta.
Es que quiere sangrar con tu color.
Es que quiere herir de tu esperanza.
Amor, no por su daño temas, se lo busca.
Tenemos que rodear este tiempo de pájaros, dijo la prima Eva,
que sabía
de la inutilidad de todo esfuerzo, por lo cual
-ella agónica- me sorprendió. ¿Te acuerdas que
reía?, musitó
como en fiebre
y fue cuando el relámpago partió en dos su árbol.
Qué es cantar
sino saberse vivos para siempre
qué reírse
sino florecer desaliñadamente
igual que en los llanos
la manzanilla
la coronilla
el girasol
En fin qué es estar vivos
sino cantar reunidamente
abriendo y cerrando la estrella
de la certidumbre.
¿Se desbarata la transparencia, por el coral, del agua?
(Del libro de reciente aparición Estrella oída,
coeditado por El Aduanero y la UAM Azcapotzalco.)