Al ver mi honda aflicción por tus desvíos,
fijas en mi tu angelical mirada
y hundes tus dedos pálidos y fríos
en mi oscura melena alborotada.
¡Pero en vano, mujer! No me consuelas.
Estamos separados por un mundo.
¿Por qué, si eres la nieve, no me hielas?
¿Por qué, si soy el fuego, no te fundo?
Me aproximo… y te tiñes de escarlata
y huyes… ¡oh niña pudorosa y bella!
¡Sensitiva que tiembla y se recata
hasta de sospechar que pienso en ella!
Te llamo, abro los brazos… y no vienes…
inútilmente solicito y lloro.
¡Tú no alientas pasión! por eso tienes
ojos de cielo y cabellera de oro.
Tu mano espiritual y transparente,
cuando acaricia mi cabeza esclava,
es el copo glacial sobre el ardiente
volcán cubierto de ceniza y lava.
¡Tu mano espiritual y transparente
cuando acaricia mi cabeza esclava,
es el copo glacial sobre el ardiente
volcán cubierto de ceniza y lava.