Rue de Matignon, 3 de Juan Gustavo Cobo Borda

El viejo judío enfermo –su oficio es mirar-
levanta con el índice el párpado paralizado:
allí están los polvorientos estandartes del Emperador.
Las leyendas del liberalismo
no han logrado enturbiar su gesto aristocrático.
Además, renegar de Yahvé, mendigar unos francos
no era, en verdad, asunto grave.
Quedaba el idioma, y el antiguo oficio de Dios
que es perdonar. Pero el desterrado no es hombre
(práctico:
desdicha y aflicción, como en toda biografía
(respetable.
Mientras Matilde cotorrea,
Heine, aburrido, se demora en morir.