Hizo estudios religiosos desde su infancia en las escuelas ortodoxas más severas
del ghetto de Jerusalén. Pero no se ordenó rabino sino que se fue a vivir como
pordiosero en los arrabales de Tel-Aviv. Ignoro su edad pero no debía pasar de los
treinta años al morir el tercer día. En Mea Shearim dejó recuerdo de un asceta,
en los aledaños obreros de las ciudades teníase por chiflado. Me hablaron de él sin saber
a qué carta quedarse. Vestía harapos y barba de profeta. Ahora procuran recolectar
sus escritos. Ni verso ni prosa creo que tengan resonancia ninguna debido a su posición heterodoxa.
No somos nada
y no seremos nada.
No somos libres
no seremos nunca libres.
Sin patria seguiremos.
Somos la hez del mundo
y continuaremos siéndolo.
¡Lo sabemos, Señor, lo sabemos!
Y nada nos importa
porque Tú lo eres todo.
nada somos.
Tuyos, sólo.
* * * * *
Aquí naciste tú, palestino, ¿y qué?
¿Por eso es tuya la tierra?
¿Escojiste¹ a tus padres? Tampoco yo,
de acuerdo. Pero los míos tenían pasado.
Los tuyos, a la fuerza, también.
Pero comprende: hay hombres que nacen
de cualquier modo, desnudos, como tú;
y otros -como yo- que traen a cuestas
(no me preguntes por qué) una herencia.
Soy de esos. Tú de los otros. Confórmate:
soy más alto que tú.
¹ sic