Señor de la despedida, su última intervención será
la más perfecta. Rápidamente se aleja de la luz más cruda
como escorpión atento a todo acontecimiento del subsuelo.
Todavía bajo la impresión de lo que acaba de presenciar,
vuelve hacia atrás la cabeza. La posición de su cuello
denota la angustia del descenso y la necesidad de renacer
para la esperanza, para el socorro.
Su colocación y disposición quedan completados
por el tornasol de la hórrida luz volviendo sobre él.