Siembra de aquellas flores, que al tocado
tu mano trasladó desde tu seno,
las verdes faldas deste prado ameno,
que sale Silvia -blanca Aurora- al prado.
Tú, depuesto el ardor, oh sol dorado,
falto de ardores, y de luces lleno,
el campo dora de esplendor sereno,
luminoso esta vez y no abrasado.
Pero, qué importará que el campo agora
de flores siembres ni de rayos dores,
si sale mi bellísima pastora,
que de flores copiosa, y de esplendores,
soles los ojos y la boca aurora,
despide rayos y derrama flores.