SIEMPRE SERÁS PARA UN AMOR LEJANO Y ESCONDIDO de José Carlos Cataño

A lo mejor uno se enamora para la despedida, para cuando llega la estación seca y los hombres se besan a la luz de Venus.

A lo mejor, para que aquella frase (tu cuerpo húmedo contra el cual aprieto el mío recobra los días que se fueron) subraye que estás solo.

Pero cuando surja de nuevo la veranda llena de alegría, los cuerpos abrazados girando en la penumbra, volverás a decir:

Luz del instante, tus ojos. En ellos me veo por primera vez.

No vengas con más mentiras, malasangre.

(de El cónsul del mar del Norte, 1990)