«Voy por tu cuerpo como por el mundo».
Octavio Paz
Es la siesta feliz entre los árboles,
traspasa el sol las hojas, todo arde,
el tiempo corre entre la luz y el cielo
como un furtivo dios deja las cosas.
El mediodía fluye en tu desnudo
como el soplo de estío por el aire.
En tus senos trepidan los veranos.
Sientes pasar la tierra por tu cuerpo
como cruza una estrella el firmamento.
El mar vuela a lo lejos como un pájaro.
Sobre el polvo invencible en que has dormido
esta sombra ligera marca el peso
de un abrazo solar contra el destino.
Somos dos en lo alto de una vida.
Somos uno en lo alto del instante.
Tu cuerpo es una luna impenetrable
que el esplendor destruye en esta hora.
cuando abro tu carne hiero al tiempo,
cubro con mi aflicción la dinastía,
basta mi voz para borrar los dioses,
me hundo en ti para enfrentar la muerte.
El mediodía es vasto como el mundo.
Canta el cuerpo en la luz, la tierra canta,
danza en el sol de todos los colores,
cada sabor es único en mi lengua.
Soy un súbito amor por cada cosa.
Miro, palpo sin fin, cada sentido
es un espejo breve en la delicia.
Te miro envuelta en un sudor espeso.
Bebemos vino rojo. Las naranjas
dejan su agudo olor entre tus labios.
Son los grandes calores del verano.
El fugitivo sol busca tus plantas,
el mundo huye por el firmamento,
llenamos esta nada con las nubes,
hemos hurtado al ser cada momento,
te desnudé a la par con nuestro duelo.
Sé que voy a morir. Termina el día.