De pronto, al mirarla a la cara
era ojos, solojos.
Sus dos ojos eran globos cristalinos
que al fundirse en uno
se hacían una sola esfera de cristal.
Que sol ni que luna,
ni que estrellas.
Ella era solojos.
De pronto, al mirarla a la cara
era ojos, solojos.
Sus dos ojos eran globos cristalinos
que al fundirse en uno
se hacían una sola esfera de cristal.
Que sol ni que luna,
ni que estrellas.
Ella era solojos.