Soneto de José García Nieto

Soy esto sólo, un grito que se ordena
para cantarte a ti recién venida,
un ala inesperada y decidida
que roza en esa piel, en esa arena

de tus hombros, y ciega se encadena
al brillo de tu pelo, donde anida
la nieve más alzada y escogida
de tu frente: la sien o la azucena.

Y nada más y nada menos, eso
que a tanta luz responde, a gracias tantas
que el aire lo resuelve en un murmullo;

un momento de ardor, un libre beso,
una ceniza ya que tú levantas
de un fuego más antiguo que este tuyo.