Soneto al amor III de Alberto Ángel Montoya

Hiere más fuerte, amor, hiere más hondo,
que aún en tu dardo está toda mi vida.
Para que goces con tu propia herida,
ni el alma oculto, ni la llaga escondo.

Mira un momento hacia el ayer. Al fondo,
otra -aquella- desángrase vencida.
Trasfúndele la sangre de tu herida,
y por lograrlo, amor, hiere más hondo.

Qué triste fue nuestro placer, qué vano.
Oh, carne con sus rosas y racimos,
manjar para el necrófago gusano.

Y ha de ser el final lo que quisimos
desde un tiempo, oh amor, ya tan lejano.
Mas vencidos, amor, nos redimimos.