¿Te imaginas, amor?
¿Te imaginas, amor?
Tus nietos, tus parientes,
y en el último asiento una hermosa muchacha
iluminado el arco de sus blancas axilas
por la luz de tus ojos.
Vendrán los oradores y hablarán de tu ingenio,
de tus muecas feroces,
de las horas amables en que ocupabas sitios,
lugares acordados.
Hablarán de tus gestos,
de tu bufanda oscura,
del inconstante deleite de tu boca,
del mar que te ocupaba los momentos felices.
Llorarán los acólitos,
las vírgenes de plomo,
los ángeles de cera…
Y nunca sabrá nadie que me he muerto contigo.