¡Oh dulce noche, que mueve los estambres
con su sombra silenciosa
que es luz para la sangre!
Tú posees la fatiga que requiere mi descanso,
la faz nupcial que esconde el eco
por donde un hilo de éter va fluyendo.
¡Oh dulce noche, que mueve los estambres
con su sombra silenciosa
que es luz para la sangre!
Tú posees la fatiga que requiere mi descanso,
la faz nupcial que esconde el eco
por donde un hilo de éter va fluyendo.
Cuantos vienen a mirarte te miran desde un solio de egoísmo
bajo el cual una cisterna brota que embrida a los astros.
No pueden suponer que el día nace de tus sombras,
el día que concede su luz a cualquier hombre
y que también nos sirve para odiarnos.
¡Oh noche! ¡Oh noche! Detén a los paseantes
con el rumor de aurora de tus astros extasiados.
El amor es la razón de tus árboles dormidos,
del silencio que corre por tus venas aurorales
porque en ti las bocas son nidos
y las palabras aves que pronuncian tu mensaje.
Nadie podría interrumpir el reposo de la bóveda terrestre
Aquí el silencio ha juntado sus labios para nunca pronunciar palabra
Que pudiera profanar la ostensible flor que cae
Como un junco en la ribera de los sueños.
Un sol amarillento acaricia el pórtico
Mientras haya aún verdad para la muerte y queden hombres
Por caer hacia su túmulo
Como caen los costados de los ríos en las sórdidas vertientes sin celaje
El tiempo está temblando
Temblando como un ópalo en la mano
De este día jubiloso
Yo sé que este día, sin embargo, no puede interrumpir el curso
De los muertos que aquí yacen
Esparcidos como frutas
Aunque el gallo en su plumaje de guerrero etrusco y asoleado
Borre con la esponja de su canto
La indescifrable desdicha de la vida
Y los gorriones veloces y las cautivas golondrinas
Impongan un blasón de idilio a la comarca
La tierra está sorbiendo nuestras lágrimas
Bebiendo la salud que se nos va
La alegría que perdemos a medida que vivimos
La tierra está atrapándonos la sombra que el sol proyecta mediante nuestros sueños
Ella combina con su química dorada la esencia de la luz
El aroma de la esbelta peripecia que añoramos
A las fórmulas más dulces de la ciencia de la vida.
La soledad es un reflejo de las horas dichosas
Por su espiral las zonas blancas
Que aparecen como causa de las negras
Vierten en la hondura su compacto mecanismo
Y los recuerdos calzan zapatos puntiagudos
Sobre el cojín de las sienes apagadas.