¿Cuándo la rosa concibió este frío?
¿Cuándo esta leve sombra cazadora
afinó en mi garganta su rudeza
y me detuvo en la canción que llora?
¿Cuándo nació la pálida maleza
que enturbia el goce de su pulcra aurora?
¿Cuándo perdí su celestial privanza,
de sangre a sangre el nudo y la alabanza?
En vano retrocedo en la espesura
de rosa y brisa que en el canto sumo.
En vano desenvuelvo mis raíces
y asir mis ojos otra vez presumo.
Rosas como encendidas cicatrices
en sus intactas muertes hosco asumo,
y en dócil sucesión de aroma y fuego
el presente fantasma adoro y niego.
Llaga mi boca el inocente nombre,
con ambiguas arenas me aridece.
Y es ella, es ella la escultura briosa
que en mi lágrima fuga y comparece;
la misma que en hondura sigilosa
de las muertas praderas resplandece,
la rosa, rosa y rosa desmedida
cubriendo el mar y el agro en tarda huida.
El rumor de la nieve arruga el aire
y el aliento suavísimo encristala.
Crueles disfraces urden sus tesoros:
se quiebra en antro, se encabrita en ala,
o en brusca selva de volubles oros
dondoe borrado ya, mi pie resbala,
y preso inerme del feroz hechizo,
en ceniciento espacio me deslizo.