Pagó Satán su avilantez maldita;
Eva pagó su falta de recato;
pagó Caín su negro asesinato,
y su lascivia el torpe sodomita.
Pagó su orgullo Cora el israelita,
su locura fatal pagó Erostrato;
pagó su iníamiai el Iscariote ingrato,
y su deicidio la nación precita.
Escrito fue: mal halle quien mal haga,
ese axioma sublime, justiciero,
ordena que el que deba satisfaga
y nada quede sin pagarse; pero
aunque es verdad que todo aquí se paga,
yo no le he de pagar a mi casero.