Instalado en vivencias «ex aequo»,
juras
y perjuras
no dejarte llevar por un entusiasmo
demasiado radical.
El descenso hacia los fondos del abismo arrastra
el hollín, el nácar y la blonda
de aquellos valores del pasado.
(La belleza olvidada en alguna estación).
Se sabe que el que anhela el olvido
se expone a convertir en norma
la euforia del fuego.
Y no es fácil
añadir algún resentimiento nuevo
contra el alba,
alguna utopía que excluya el parpadeo de los sueños
definitivamente rotos.
Se puede seguir fingiendo,
encerrado en el más estricto espacio pensionista.
Se pueden decir muchas cosas
para no dejar cabos sueltos.