Poco a poco
has tenido que ceder a la tentación de los recuerdos,
a la tenue posibilidad de huir y revelarte
con alguna garantía de éxito.
Éxito
para sacudir el árbol veneciano
de la pasión que engendra la armonía,
la combinación nómada de las rosas,
la cristalización de una época;
en cierto modo,
un baile de palabras,
un juego de labios,
prácticamente nada.
Una suave y familiar hojarasca.
Un esfuerzo admirable y patético
que se resuelve en polvo.
Tú quisieras añadir a su argumento
unas gotas de láudano esportillado
y mantener siempre la misma posición
labrada en largas noches
de insomnio y cine.
(Al fin y al cabo,
los períodos azules
afloran mejor en septiembre).