Sendos, oh, senos,
El poeta de zumo de naranja
Desde el huevo diamante de su verbo delgado.
Y aún le dura melifluo
Donde el labio aliviado
A su chorro a degüello
El placer ojeroso de mirarse plagiado
De poetas menores, micántabros, miastures.
Oh la belmaridada
Que deshora malhada
Si verso así transverso:
Rasgue las vestiduras y, selenos,
A dúo driblarán sendos , oh, senos.