UN ÁNGEL CAÍDO de Antonio Plaza Llamas

Bella y feliz, señora respetada,
fuiste en áureo salón reina preciosa;
mas te dejó la suerte caprichosa
sin hijos, sin honor, sin fe, sin nada.

Por quemante despecho arrebatada
hoy que vives en crápula estruendosa,
eres más que el cinismo escandalosa,
y más que la desgracia, desgraciada.

Te comprendo ¡infeliz! porque infinita
amargura también guarda mi seno;
y también como tú, mártir maldita,

me revuelco en un Gólgota de cieno,
que la inmensa desgracia necesita
retar al mundo y maldecir lo bueno.