aún entre la magia negra del jet lag
y la búsqueda del hotel en calle Veinte Art Decó.
Honestamente, como todo siglo un exceso,
demasiado pronto para situarse entre lo desconocido,
no queda sino la defensa propia contra el titán imposible,
del miedo una huida desesperada que me desborda.
He venido de lejos y sola, no hace falta que lo jure,
únicamente veo un agujero bruno en la pared,
librando nervioso su batalla entre los cuadros
de independencia, que nada aportarán a la historia ni al arte.
Me asomo apoyada en el quicio del Veintiuno,
me marea el violeta del drug store en la esquina,
acera izquierda y derecha, no hay paso de cebra,
y caigo en esta colcha ajada por tantos cuerpos y sus temores.
Hallaremos nuevos luminosos que nos aturdan
apoyados en el quicio del XXI, derroche ciego de lo mismo,
de frente a la nueva realidad que llegará con el alba.