Vaivén de la ternura,
que llega o se retira
como el sueño en un niño,
manejando distancias
que se acortan o alargan
sin cambiar de medida.
El encuentro y la separación
usan el mismo espacio,
que despierta a veces hacia un lado
y a veces hacia el otro,
como un hombre en su lecho,
compartido o a solas.
La ternura disuelve
esa línea ilusoria
que divide las aguas
de la separación y del encuentro.
Cerca y lejos no existen.
Los crea la ternura
como el mar crea la playa
con el borde inasible
de sus sabias mareas.