Venir del barro y hacer del polvo un consejero. Que duerma tu cabeza alejada de los ventanales. Nunca dejar mayores huellas que la de tu sombra rozando el horizonte. Hacer de cuenta que la ruta nos es conocida y fingirle a todos el hábito de la memoria. Nunca, por ningún motivo, volver a dormir en el mismo puente, ni despertar entre la sonrisa de la misma cama. Nadar en contra de los peces. Venir del barro y ser una lluvia de polvo, mas polvo enamorado.