Ando como liberta por la calle,
sin marca, sin collar y sin el nombre
de mi dueño, clavado a sangre y fuego.
Circulo libre por el cuerpo que amo,
sin limitar el tiempo ni el espacio.
¿Necesitas mi hálito de vida,
fue suficiente pagar con el impuesto
de los años indefensos y tiernos,
de los oscuros pozos llenos de amor
a todo trance, de héroes desnudos
que me amaban aún sin esperanza?
Poemas de Verónica Pedemonte
Hay que encerrarse en la caligrafía
atribuirle al nombre un número,
soportar con paciencia la etiqueta
y no inventar el mundo cada tarde.
Hay que aceptar al general en jefe,
hay que encogerse si la cama es corta.
Dormir de lado si la ves estrecha,
estrujarse los pies en los zapatos.
Tú pasas por la vida sin rozarla,
que no te toque el hierro del esclavo
que con cualquier limosna se alimenta.
Tu vida es un convite para nadie,
tu corazón un bote salvavidas
sólo para pasajes de primera.
Tu cuerpo amante vive hipotecado
sobre cualquier prebenda medieval,
sin embargo de sesgo me contemplas
siento latir tu sangre precintada
ese alazán que va a romper la cincha
que se horroriza de los mausoleos
y que quiere vivir, a tu pesar.