La tarde muere como una eremita.
Sobre la espalda de la noche
el cielo se estremece apretado de estrellas.
La noche crispada y lenta
se apega a los faroles,
pequeños y suaves como una luna nueva.
Plaza: sobre tu umbral de sombras
su voz sube como una letanía
al silencio verde de tus árboles.
Los caminos son temblores de dicha
bajo la llamarada azul de tanto cielo.
La ciudad se rompe bruscamente
contra el regazo de tus esquinitas verdes.