Cuando hablo, el amor llevo en la saliva.
Me exalta donde yo no soy tu vida;
Te exalta donde tú no eres mi vida:
Fuego en el prisma
Tal fuerza oscura nace del instinto;
Mas veo el fuego y siento en vena viva.
Ya el intercambio de cabello y hierba
Me hinche de frutos.
¿Y qué húmedo teatro en el rocío
Acerca a la honda sombra tu figura,
Que de la más remota lejanía,
Mezclo los hitos?
Tumba las tristes voces, hembra azul;
Veo quemando el fuego toscos prismas,
En rústica manzana oigo ebrias voces;
Vivo cuando hablan.
Con ambas manos al rayar el alba,
Balbuceo por vías obstruidas
Mientras abro entre fuego inmensas puertas,
Reflejo de otras.
Tu mirada perfuma a quien te mira,
De amor impregno tu única imagen,
Y la palabra, viva a flor de labios,
Es primitiva.
Pierdo el límite, cal iluminada;
y provoco naufragios entre plantas.
Nada de lo que miro es con mis ojos:
Fuerza ni esfuerzo.
Hablas, y el cielo es un lugar salvaje,
Desde el nacer del sol hasta la puesta.
Nieblas y nieblas. Tus ojos no miran
Al mirar, nada.
Mas la ola estalla y el ojo se encanta
Del barco que es el cuerpo en las personas
Y, entre las peñas de una playa oculta,
Brilla el crepúsculo.
Versión de Alfonso Alegre y Victoria Padilla