A Si quieres conocer a un hombre,
dale poder.
B Si me quieres bien, tus obras
me lo dirán.
C Tampoco existe el amor,
sólo puedes dar pruebas de él.
D Gritar es digno.
Versión de Carlos Vitale
A Si quieres conocer a un hombre,
dale poder.
B Si me quieres bien, tus obras
me lo dirán.
C Tampoco existe el amor,
sólo puedes dar pruebas de él.
D Gritar es digno.
Versión de Carlos Vitale
Me empolvo la cara con la borla. Con
lápiz oscuro indico el fondo de las arrugas y con lápiz
blanco la parte que sale más. Me pinto las cejas muy
negras y los labios rojos. Me doy unos toques de almáciga
y me engancho los bigotes.
Amor,
en este poema
no existe el tiempo:
todo el curso del Universo
se da en él a la vez.
Versión de Andrés Sánchez Robayna
Tàpies: He recibido tu carta. Muy,
muy agradecido por las postales de Miró.
Ahora ya no me falta ninguna. Creo firmemente
en la sinceridad de tu carta y estoy
muy contento de tu paso. Por fin te has dado cuenta
de hasta qué punto va llena de veneno la serpiente
que aún colea.
I
Fondo negro. Pas seul de unas piernas que se destacan en blanco.
II
Cortina azul.
III
Fondo negro. Gran hoguera en mitad del escenario.
Telón
Versión de Andrés Sánchez Robayna
Adelantaba ligeramente el muslo
y lo ponía entre las piernas,
y su pierna izquierda la
ponía encima, por fuera
de mi muslo izquierdo.
Versión de Andrés Sánchez Robayna
A Maria-Lluïsa Palau
-¿Podrías decirme qué es el sol? -El sol.
-¿Y la luna, podrías? -Es la luna.
-¿Y por qué llora Pedro inconsolable?
-Porque en su vida no ha tenido suerte.
-¿Y qué son las montañas, las estrellas?
Siento el latido inmenso en la llanura
y lo canto en la altura de la cumbre.
En plena libertad, libres procura
Todas las Cosas. Jamás servidumbre
En la fuente del gozo, en tu hermosura
He hallado. ¿Ves?, amor, en muchedumbre
Cruzo el dédalo; mas contigo, pura
Naranja que ha crecido de la lumbre,
¡Cuánta luz salta con la sombra mía!
¡Eh, no piséis al escarabajo!
Johannes Brahms
Éste es el jardín de la Reina.
Ésta es la llave del jardín de la Reina.
Ésta es la cinta que sostiene la llave del jardín de la Reina.
Cortina azul. Entra la stripteasera por la mitad de la cortina. Tiene ojos muy expresivos. Va en traje de calle oscuro. Al quitarse la chaqueta se empiezan a escuchar, lentas, las campanadas de un reloj: las doce. Cuando suena la última, la chica aún no ha acabado de desnudarse; actúa seria y vive íntimamente su número.
Este verso es el presente.
El verso que habéis leído es ya el pasado
-ha quedado atrás después de la lectura-.
El resto del poema es el futuro,
que existe fuera de vuestra
percepción.
Las palabras
están aquí, tanto si las leéis
como si no.
A pesar de las apariencias y las teorías, dice
que tiene miedo de la soledad; se siente distanciado
de los objetos; tiene miedo de no ser más que una
cosa entre las cosas, entre objetos sin nombre:
tiene conciencia de no estar aquí.
No existe la censura:
lo que existe es un Servicio de Información Bibliográfica
para evitar posibles perjuicios económicos a los editores.
No hay gente que se muere de hambre:
hay personas que sufren insuficiencias tróficas
debidas a insuficiencias alimentarias.
Las hojas caídas obstruyen el camino.
Imagino que soy el que no soy.
Aquí me estoy muy quieto.
Procuro no moverme
y ocupar el mínimo espacio.
Como si ya no estuviese allí.
El silencio es el original,
las palabras son la copia.
Cruza un burgués vestido de cura.
Cruza un bombero vestido de albañil.
Yo palpo una tierra muy humana.
Cruza un cerrajero vestido de barbero.
Me como un trozo de pan
y me tomo un buche de agua.
Versión de Andrés Sánchez Robayna
A Pepa
Pura contra la noche está mi mano,
Riqueza y fuerza me echaré a la espalda;
Busco la calma en lo que pensar pueda,
Donde empieza la queja trazo raya.
Suelen bastarme el hombre y su misterio,
El azufre que hiero no me daña;
Pero la suma escapa al juicio humano,
y me sacude el trueno y raya el rayo.
Más allá del espacio que percibimos brilla una multitud innumerable
de mundos semejantes al nuestro.
Todos giran y se mueven.
Treinta y siete millones de tierras. Nueve millones quinientas mil lunas.
Pienso con espanto en distancias incalculables
y en millones de globos muertos
alrededor de soles ya apagados.
Una línea avanza del monte
de Júpiter y se dirige horizon-
talmente hasta la parte más alta
del muñón, bajo el monte de
Mercurio; pasa por debajo de los montes
de Saturno y de Apolo y corta
en su trayecto las líneas de
Saturno, de Apolo y de Mercurio.
Pasa un obrero con el paquete del almuerzo.
Hay un pobre sentado en el suelo.
Dos industriales toman café
y reflexionan sobre el comercio.
El Estado es una gran palabra.
Versión de Andrés Sánchez Robayna
I
Desde la oscuridad absoluta, el escenario se ilumina. Fondo azul.
Hacia la derecha, una mesilla de noche. En el centro del escenario,
un personaje alto, envarado, de frac, con sombrero de copa
y guantes en la mano. Pausa. Entra por la derecha, envarada, una
señora en vestido de noche oscuro; saca del cajón de la mesilla
una banda roja y se la coloca al gran dignatario con toda solemnidad.
Nadie es el autor
de este Poema mío.
Vladimir Mayakovski
Nacer, morir, vejez y juventud,
roca, esperanza, confianza, nostalgia,
boca callada, espíritu sonoro,
hileras de franqueza y falsedad.
Hacer que en la tristeza caigan copos,
así la vastedad del amor mío
contra el vacío inmenso del furor
del mar bramando, al sol sal encendida.
Fondo naranja. A intervalos de diez segundos caen del techo todas
las prendas con que se viste una mujer. Finalmente caerá un
zapato y , al esperar que caiga el otro, baja el telón.
Versión de Juan Manuel Gisbert
Hoja tras hoja desnudo los árboles.
Piedra tras piedra desnudo el terreno.
Después el cielo desaparece.
Y la tierra también se va.
Versión de Andrés Sánchez Robayna
Si fueras una ola, serías mi juego favorito.
Si me quisieras siempre, serías la plenitud.
Si fueras una manera de hablar, serías el diálogo.
Si lloraras inquieta, te buscaría y no te encontraría.
Si fueras una puesta de sol, serías la más bella de todas.
Un hombre lleva abrigo y botines grises.
Pasa una mujer, muy guapa, enlutada.
Un muchacho, con gafas de miope, explica con profusión de detalles
cómo es el que le ha sustituido en el cargo.
Un hombre, con una cicatriz en la mano, sale apresuradamente
de un edificio
con una cartera bajo el brazo.
Un hombre estornuda.
Pasa un coche.
Un tendero baja la persiana metálica.
Pasa una mujer con una garrafa llena de agua.
Me voy a dormir.
Eso es todo
Versión de Andrés Sánchez Robayna
Cuando hablo, el amor llevo en la saliva.
Me exalta donde yo no soy tu vida;
Te exalta donde tú no eres mi vida:
Fuego en el prisma
Tal fuerza oscura nace del instinto;
Mas veo el fuego y siento en vena viva.