Desde un lugar que aprendo
a recorrer cada mañana, vuelvo
sobre mis pasos y te espero
allí donde estoy solo.
Matinal
ofertorio del sueño, escribo el nombre
de tu vida, te vas desentrañando
entre las hoscas hojas traicionadas
en la noche. Eres la reclusión
donde me sacio, el acuciante
azar en que te tengo
cada día, amor propiciatorio que reúne
lo perdido.
Vivo allí donde estuve,
junto al mar delirante, libre
velocidad inmóvil orillada
de fuego, bosque lustral
de la alegría.
¿Qué me queda
de aquel itinerario, habitaciones
clandestinas, bautismales refugios
de única verdad, qué me queda
detrás del sortilegio? Ser
feliz un instante y perderte, mientras
vuelvo sobre mis pasos cada día.