Me hizo nacer la suerte maldecida,
de sombra y luz conjunto inexplicable;
que oculta en mi corteza despreciable
arde un alma grandiosa y descreída.
Llevo en mi frente, do la audacia anida
un mundo de ilusiones impalpable;
soy, en fin, un misterio impenetrable,
que me agito en el sueño de la vida.
Por el cielo a sufrir predestinado,
me llena el mundo de ponzoña y duelo;
mas yo siempre orgulloso y resignado
contra mi propia pena me rebelo,
y, en cada golpe, al mundo malhadado
doy mi desprecio, y mi perdón al cielo.