A todos los que al mirar
véis algo,
os saludo.
A todos los que al nacer
lleváis yerba buena en la boca
os saludo.
Y a los que os dejásteis
la hiel
en la tórtola,
la carne
en la garra del buitre,
el musgo
en el hueco del árbol,
y la moneda
en el bolsillo ajeno
os saludo.
Bienvenidos
a este valle de lágrimas.
Y cuidad que la sal
no os amargue
alguna noche,
y para siempre,
los labios.