¡Cómo llueven lisonjas y atenciones
cuando acaricia la fortuna grata;
pero si el bienestar nos arrebata,
todo es burla, desprecio, decepciones!
En el mísero valle de aflicciones
la amistad, en quien Jano se retrata,
erige altares a su Dios de plata,
que en la vida no hay más que situaciones.
Tanto se decepciona y desconsuela
el mártir del destino furibundo,
que al perderse la fe, su alma se hiela,
y todo mira con horror profundo;
porque la adversidad es una escuela
en que se aprende a detestar al mundo.